"Sergio Blatto y la sobrevivencia del gris"
... Vemos, haciendo conexiones no autorizadas, que es una dramatización plástica, una función simbólica lo que Sergio Blatto confiere a la imagen.
El gris sobreviviente de la guerra de lo blanco con lo negro, es la tonalidad mezquina de la muerte, el gris de las ausencias, sumandosé a la grisura de los verdugos que expían catódicamente sus pecados, con verborragia nacionalista y redentora. Entonces el gris poluciona. Más que un indicio, es referencia al silencio, no al primordial, sino al mutismo de los culpables. Silencio que nos ofrece más ruido, estar más enchufados, distraídos, divertidos, entretenidos hasta el autismo o el otro silencio, el creativo, crítico; por reflexivo.
Los niños ya no son privilegiados, los padres tampoco. Solo un pintor los erige, angelitos caídos, a un pedestal.Los monumentaliza, los aísla de la barbarie, los pone a salvo de anunciadas inundaciones, les arroja números para salvar cuentas y letra para nuevos discursos.
Por algo es que en los cuadros de Sergio Blatto, el corazón como el cerebro arden y cenizan, combustionan con grises diferentes.
Mario Trecek, poeta,
"Sergio Blatto y la sobrevivencia del gris",
catálogo muestra 1º Bienal Internacional
del Arte Contemporáneo,
Palazzo degli Affari, 1997, Florencia, Italia.
Las manchas cromáticas de Sergio Blatto son una tendencia a construir con los matices de la tierra y del cielo, una unidad constelativa. Y en ese universo estético-caótico, se establece una relación de identidad, un cosmos, una intuición de existencia, una idea de pertenencia, donde se incluye la fugacidad del amarillo, la cálida injerencia del ocre y el marrón, que nos invita al reposo, a no evadirnos, a enraizarnos.
De inmediato nos inundará un aire balsámico de los cerros, un trazo cromático que visto en latín - Minthostachys Mollis - sabe a medicamento, pero es la peperina.
Sergio Blatto, como Baudelaire, busca en la calles los detritus de lo civilizado y por arte, no de magia, sino de talento, troca los metales oxidados a metales preciosos, los maderos, restos de tantos naufragios, se constituyen en tablas de salvación óptica. Puertas de lo local, de lo particular, como las viejas puertas de su barrio, se transforman cromáticamente en aberturas a lo universal, un subterfugio visual para constatar que todo desperdicio es solo algo que alguien ya no precisa, y que el artista dándole otro valor de uso, lo transfigura en una renovada naturaleza, en una estética del orden de lo ecológico…
Pintar es nombrar la realidad, es inscribirla, para acotar de esta manera los límites de la naturaleza humana, o de la naturaleza a secas, con todas sus implicancias.
Océanos primitivos y figuras embrionarias que solemos descubrir agazapadas en el cielo como en los cuadros, constituyen un mapa del caos cartográfico de la materia y sus estados.
La pintura de Blatto es mapa y territorio, superficie y concepto, es tierra de la germinación gracias al amarillo solar, espacio inusual, magma denso desde el cual emergen los matices esenciales del cosmos, esa suerte de espiral, trama sagrada, evocando nuestro universo, que solo es una mancha en el lienzo del infinito.
Mario Trecek, poeta,
Catálogo de la exposición “Minthostachys Mollis”,
galería de arte “Cerrito”, 2008, Córdoba.