Sergio Blatto. Los dioses vuelven a casa


En la antigua Roma era frecuente la presencia de estatuillas ubicadas en distintos lugares de la casa. Estos pequeños dioses domésticos eran concebidos como guardianes hogareños, divinidades cercanas y protectoras, versiones menores y mucho más amables que los seres de estaturas olímpicas ocupadas en cuestiones celestiales o en batallar por sostener sus poderes.
Las familias romanas realizaban ofrendas a los lares, deidades que podían acompañar una cena o bendecir distintos espacios del hogar. También se encontraban en los caminos, como protectores de los viajeros.
Los penates, por su parte, estaban ubicados en la despensa de la casa. Se les pedía protección y abundancia, y se les agradecía con una ración de la comida diaria.
Lares y penates, en algún sentido que hoy no llegaríamos a comprender del todo, eran parte de la familia.
Diositos en miniatura
De estos diositos en miniatura que permitían tratar con ellos a una escala humana, se alimenta la mitología personal que Sergio Blatto despliega en la galería Marchiaro.
“Dioses domésticos” se llama la muestra en la que, entre otras sorpresas, se revela la faceta escultórica del artista cordobés, conocido sobre todo como pintor y como dibujante de mano exquisita.
En “La oración necesaria”, un texto de sala tan preciso como íntimo y emocionante, escrito por Lautaro Blatto, se describe el movimiento. “Esta vez, cuenta el hijo sobre el padre, da un descanso al lápiz y el pincel y, a través de una danza íntima con la cerámica y la madera, se introduce en el mundo de la escultura dando a luz un panteón de pequeños dioses que parecen provenir de un lugar donde las culturas ancestrales convergen y dialogan mediante formas y símbolos”.
Citas
Entre las citas visuales de la antigüedad que Sergio Blatto trae al presente se encuentra también las esculturas de bulto egipcias, pero la operación que el artista ejecuta va mucho más allá de reproducir una imaginería del pasado.
En base a esas reminiscencias, “Dioses domésticos” construye un mundo de criaturas eclécticas, ídolos contemporáneos entre misteriosos, tierno e incluso cómicos, en una colección de altares donde caben una centaura, una deidad para el cuidado y la guía y hasta una bailarina gorda con nariz de payaso colorada, cuyo vestido es el eje de un sulki.
La rendición del guerrero incluye un viejo soplete para soldar estaño, adquirido en una compra-venta, pero que en el conjunto de la pieza escultórica parece haberse materializado desde alguna película de Mad Max, otorgándole al personaje un aire de fantasía posapocalíptica.
Hay otros elementos surgidos de la pasión chatarrera de Blatto que se incorporan a las obras. En La que espera el viento el artista utilizo una herramienta para hacer ravioles coronada por aspas de molino.
Madera, cerámica, oxido, masilla epoxi, cuero, piezas de metal, y aplicaciones de objetos íntimos son los materiales para concretar un universo de figuras que buscan restaurar una magia perdida. Piden ayuda a los espíritus y a los elementos, son la ocasión de hacerse preguntas o balbucear una plegaria. El regreso a la casa de los dioses chiquitos.



Demian Orosz
Sergio Blatto. Los dioses vuelven a casa,
Domingo 8 de octubre de 2023
Diario La Voz del Interior